Cartas de un asesino #2: Insania


Esta es la continuación de "Cartas de un asesino 1: Máscara". La historia está narrada de una manera particular porque fue desarrollada para ser adaptada a un guión y hacer un cortometraje, así que en algunas partes notarán descripciones cortantes, que van al grano y a la imagen que se quería proyectar. La historia está basada en la carta de Robert Cavell, el protagonista. Este relato lo escribí junto a mi amiga Andrea Reyes.

***
Me senté y lo miré a los ojos. Al igual que yo, tenía los hombros caídos y las manos enlazadas entre las rodillas, ligeramente separadas. Nos retamos, o más bien yo lo hago y él me sigue la corriente. Siento que se burla. Lo bueno, es que al final, seré yo el que ría.

-Te descubrí—es lo único que digo.

No me responde. Claro que no. Continúo:

-Sé quién eres y tú quizás no sepas quien soy, aun cuando, aunque no lo creas, estamos más conectados de lo que parece. Yo soy un tipo normal. Es lo que más me molesta. Soy un tipo normal y por tu culpa, mi vida ya no es tan fácil. Me llamo Roberto (...), soy contador público, ¿qué mal puede hacer un contador público? ¿Quién desconfiaría de uno? Tengo...--hago una pausa. Suspiro--, tenía una novia, hermosa, la mejor. Tengo amigos, familia, un sueldo estable, buenos estudios... Y tú lo arruinaste todo.

Hago una pausa, esperando que me diga algo. Pero no responde. Solo me devuelve la mirada, como burlándose de mí. Como si fuese una pared indiferente a la cual le estaba contando inútilmente mis pesares. Me da rabia, mucha. Por un momento casi cambiamos papeles. Por un momento soy yo el agresivo y él la víctima. Pero no. No me dejo.

-Tengo una vida normal. Buena familia, no realmente acaudalada, pero ahí íbamos... Como pudieron me pagaron los estudios en la mejor universidad de la ciudad. No fui un gran estudiante, pero tampoco malo. Ahí conocí a mi primera novia de verdad, Natasha. Le decía Naty. Yo era un niño, apenas 17. Naty era mayor que yo, y no sé qué me veía, porque ella ciertamente estaba fuera de mi liga. Y tampoco es que yo la ayudaba a estudiar, ya que ella era bastante buena. Pero en fin, yo la quería mucho. Ella era genial, el único defecto que tenía es que era de esas chicas que te daban alas. De las que te dejaban volar hasta muy arriba, como Ícaro... Y como Ícaro, se me quemaron las alas con el sol. Ella conoció a alguien más, claro. Me dijo que me seguía queriendo, pero como amigo. Le dije que estaba bien. Pero lo cierto es que tenía el corazón roto. Creo que ese ha sido el más grande trauma que he tenido hasta los momentos. Estúpido, ¿verdad? Pues imagina cómo era el resto de mi vida si ese fue mi más grande trauma...

Suspiré, tragando saliva. Hacía mucho que no le contaba esa historia a alguien. Era tonto, pero no me gustaba recordar eso. En serio me había marcado. Cuando alguien te rompe el corazón de manera tan sutil, como si no significase gran cosa... tiene un efecto extrañamente colateral.

-Y bueno, te preguntarás entonces en dónde entras tú en la historia. Todo empezó con una noticia. En el periódico apareció una chica mutilada. ¿Sabes qué me llamó la atención, qué me perturbó? Era pelirroja. Naty lo era, y también mi última novia, Belén. En la fotografía, el cuerpo estaba tapado con una lona blanca, por moralidad, supongo. Algunas partes estaban manchadas de rojo. Y el cabello, como una cascada de fuego, se desparramaba hacía arriba, enmarañado y seco. 


“Después tuve un sueño. Soñé con la chica. Nunca le vi la cara en el periódico, pero en mi sueño sí. Era muy joven, quizás diecinueve años. Era un ángel. Pero ese ángel estaba tirado en el suelo, lleno de cortes, tratando de absorber la vida a grandes bocanadas sanguinolentas. Era un sueño muy vívido. Podía olerla, escucharla. Hacía un sonido de succión al revés, y la sangre brotaba burbujeante por su boca. Se me revolvió el estómago. Y era extraño, porque era como si la estuviese viendo a través de los ojos de alguien más. Quería ayudarla, pero mi cuerpo no se movía. Solo la veía, ahí, muriendo... Y creo que lo disfrutaba, aun cuando, sintiéndome como un prisionero dentro de mi propia cabeza, quería correr a socorrerla...

Hice una pausa tras rememorar ese sueño, sintiendo un escalofrío recorrer mi columna vertebral. Él se afectó también, porque se movió casi al mismo tiempo que yo, hasta diría que imitándome.

-Luego el sueño cambió—proseguí, relajándome un poco. Me gustaba esta parte del sueño-. La soñé viva, conmigo. Reíamos y nos divertíamos. Estábamos en una especie de parque de diversiones pequeño, especial para niños. Comíamos algodón de azúcar y nos tomábamos de la mano. Desperté tranquilamente, ni asustado ni exaltado, y me puse a pensar en la chica mutilada. Qué hubiese sido de su vida si aquello no le hubiese pasado... Seguramente tendría un trabajo de medio tiempo mientras estudiaba; hubiese salido mucho con sus amigas, disfrutado de un libro ligero de vez en cuando; hubiese conocido a muchos idiotas antes de encontrar al ideal; se hubiese graduado, encontrado un trabajo y, paulatinamente, se hubiese casado con el amor de su vida. Sí, hubiese sido muy feliz... Pero murió—lo miré directamente a los ojos y el muy descarado me devolvió la mirada--. Tú la mataste.

Hace una mueca. Una punzada de dolor me recorre el camino entre las sienes. Me asusta por un segundo, su expresión. Sonríe, como diciendo “Ajá, me pillaste, ¿y ahora qué harás?”. Y no lo sé. Porque aún falta la peor parte, la que me carcome por dentro, la que me involucra directamente.

***

El día transcurría lento, los recuerdos me acompañaban ¿quién era ella? ¿Por qué yo? Estaba involucrado en una situación comprometedora, no quería meterme en problemas, era un tipo normal. Tomaba mi matutino café como de costumbre para regresar a mi rutina, trabajo, casa y alguna que otra salida con amigos y novia.
La situación me desconcertaba, no podía sacar esa imagen de mi cabeza, debía encontrar respuestas.

Retome de nuevo la lectura del periódico repasando una y otra vez la foto de la joven y comparándola con la imagen que tenía en la cabeza. Perdido en mis pensamientos por poco no escucho el sonido insistente del teléfono.

Alargó la mano y lo tomó del mesón. Es Nelson, mi colega y mi mejor amigo desde la adolescencia.

-Aló- Con voz precavida.
Silencio momentáneo en la línea.
-¿Qué te paso hermano? Ayer íbamos a encontrarnos en el bar. No llegaste. Los muchachos se preocuparon, no quisimos preguntarle a Belén…por si acaso no estabas con ella.
Él estaba desconcertado.
-¿Iba a encontrarme con ustedes? – preguntó con desorientación.
-Claro acuérdate. Te estás comportando raro. Puedes contarme cualquier cosa, brother.
-En realidad…tengo algo que contar…ummm es sobre una mujer.
Silencio en la línea.
-Vaya, no pensé que te fueran esas cosas. Si Belén se entera no te garantizo que estés vivo para la próxima semana.

Suspiró.

-Es delicado, Nelson. Soñé con una mujer muerta, una mujer que vi en el periódico ayer. Me recordó tanto a Belén... supongo que me obsesionó su imagen en el Diario y…no entiendo, fue tan real, tan detallista.

Pausa. Camina inquieto esperando una reacción de la otra voz.

-Es normal. Ya estas asumiendo responsabilidades con Belén, de repente te mortifica pensar que algo pueda pasarle a ella. Estas canalizando tu preocupación.

Su amigo como psicólogo era pésimo pero le subía el ánimo al menos y no lo hacía pensar que estaba loco.
-Puedes venir a tomar una cerveza luego. Seguramente más tarde podre borrar esa imagen de mi mente.

No pude. Caminaba al trabajo y pensaba en ella. El olor de su carne embarrada en su propia sangre mezclada con un ligero perfume le producía nauseas, por lo que recurrentemente se iba en arcadas. Las imágenes de la joven angelical contrastaban con las de su prematura muerta ya que ella tenía apenas 19 años. 

Teléfono repica con un tono estridente, él no contesta.

Al llegar a mi casa empecé a adelantar un trabajo para un cliente personal. Luego de terminar las cuentas pase a escribir el correspondiente informe, fui a buscar una cerveza, eran las 7. Aún temprano, seguro Nelson llegaría como a las 9. 

Dirijo la vista al botón de guardar y la imagen me choca como un camión a alta velocidad, se me detiene de momento la respiración, la sorpresa se asoma por mis ojos ¿Qué demonios era aquellos? 

En vez del informe personal seis letras impactan en mi mente: NO TE DISTRAIGAS, TEN CUIDADO. Escrito al menos 70 por en toda la hoja, mayúscula, zoom en 130…

Me toque la frente en busca de calentura. Dios mío ¿Qué estaba pasando?

Timbre suena.

Es la oportunidad perfecta de huir del cuarto. Cerré la computadora portátil con miedo. Esperaba que el escalofriante mensaje desapareciera.
Baje apresurado. Era mi amigo.

Nos pusimos a hablar en la cocina, él sostenía una cerveza.

-Daniela también leyó la noticia en la prensa. La impresionó el tono de cabello de la mujer y me dijo algo que le llamó la atención- empezó a contar Nelson. Daniela era su prometida- Ella dice que desde hace unos 6 meses han aparecido muertas varias mujeres con el cabello de ese color…rojo intenso. Sabes como es de detallista…

La voz de su amigo se perdía, sus ojos se abrieron. Obsesión. Esto no lo abandonaría, desde pequeño había sido un niño algo obsesivo. Tenía que saber más.

El resto de la velada fue monótona, normal, un día de chicos, viendo un partido, hablando de todo y de nada.

Me fui a las 11, esa noche no dormí. Busqué en los periódicos noticias de sucesos. Abrí con miedo Word y copiaba y pegaba información, fotos. El reloj marcó las 3 de la mañana. Seguía como un loco, buscando. Mujeres todas, cabello rojo, llamaban la atención por su juventud y su extravagante melena. Eran buenas chicas, ayudaban en su comunidad, la mayoría no tenía ese color porque la naturaleza las haya dotado, un poco de ayuda de la estética se los concedió.

Él había establecido un perfil. Era muy fácil saber luego de unas horas de investigación que el tipo tenía una forma específica de matar, era un psicópata. Las torturaba previamente, sin abuso sexual, por algunas marcas en el cuerpo de al menos tres muchachas se supo que lo único que robaba eran relojes. La muñeca de las chicas echaba en falta el objeto. Las abandonaba en plena calle, sin testigos, seguramente las seguía porque los cuerpos eran hallados en las adyacencias de sitios frecuentados por las jóvenes. Un completo lunático.

Impresionado notó como ningún periodista había evidenciado el hecho de que los crímenes se relacionaban. Silencio, poca investigación, desinterés. Hasta un contador podía notarlo. Se preguntó si alguna organización estaría detrás de esto debido al silencio de la prensa y la indiferencia de la policía.

No. Esa era la policía que teníamos. Me agarré la cabeza desesperado, todo lo veía borroso, el sueño me vencía. Caí rendido.

Al otro día llame a primera hora a Tina, su prima periodista. Ella tendría que responder las preguntas ahora.
Al otro lado de la línea ella le explicó en pocas palabras que a los periodistas se les cerraba la puerta para difundir informaciones de ese tipo por la “responsabilidad social”, por el silencio del cuerpo de investigaciones que se hacían de la vista gorda.

-Solo van a recoger los cuerpos y sus familiares generalmente se resignan y dejan de insistir en que se resuelva el crimen. Son unos flojos, pero cuando hay rial metió ahí si responden. 


La dejó hablando sola, colgó. Se levantó tan tarde que tuvo que inventar que tenía fiebre para justificar su ausencia en el trabajo.



Suena teléfono.


Él prepara su café, imprime algunos artículos de la prensa y recorta otros como el de la primera mujer con la que soñó.

Suena el teléfono. Él no escucha. Luego de horas tomando notas y organizando su hemeroteca, se quedo rendido en la mesa.



***


Despierta por unos fuertes portazos. Está en su cuarto. Vestido con unos viejos jeans y una sencilla franela blanca. Bosteza. No recordaba haberse trasladado a su cuarto. 

Abrió la puerta y una pelirroja enfurecida irrumpió en el cuarto. Él se alejo pero si hubiese alcanzado su cara lo abofetea. 

- ¿Qué carajos te está pasando? Te lo pasó una vez pero ¡DOS! No jodas, me dejas plantada de nuevo y te vengo a arrastrar a punta de taconazos. Esta vez me la has hecho delante de mis amigas ¡TE ODIO! Eres un insoportable. 

La mujer estaba furica y entró como una loca en la cocina, se quito los altos tacones rojos y se los arrojó con fuerza. 

Él ya no pudo soportarlo. Sus gritos lo desquiciaban. 

-¿Qué es lo que te pasa a ti tremenda loca? ¿Ahora que te hice? Si tengo días sin hablar contigo, ni llamas, ni se sabe de ti. 

-¿QUÉ? Descarado ¿Estas tomando drogas? - dijo alterada y con antipatía. Si hablamos ayer de salir y como Nelson me dijo que iban a verse me lo vi venir cuando no fuiste a mi casa. Hoy en la mañana hablamos y me contaste que estas investigando una cosa y quedamos para cenar con mis amigas. Estaban también Nelson y Daniela ¡eres detestable de pana! ¡Después dices que no andas en drogas!




Ella se sienta en un banco y cruza los brazos. 


Me agarro los cabellos en busca de una explicación, había escuchado como repicaba el teléfono pero ¿contesté? 

-No recuerdo Belén, te lo juro, perdón, de pana que no me acuerdo de eso- Se acercó para apaciguarla con un abrazo, ella se encogió. Se notaba que su animosidad por él bajó rotundamente. 

Ella le lanzó una mirada orgullosa y retorció los ojos. 

-Estos últimos días el que está como perdido en las nubes eres tú. 

Él no se atrevió a contarle del sueño anterior.

Eran las 6 p.m. 

Ella se marchó, su vestido negro reluciente de lentejuelas realzaba el rojo teñido de su cabello. 

-Mejórate, por favor, no vuelvas a hacer esto. Recuerda mi amenaza, te estaré observando. 

Así era ella, se comportaba como una loca y luego la calma. Mujeres. 

Preso del letargo fue a su habitación. En la cama algo llamó su atención, un papel en su cama, una nota. No recordaba haber dejado eso allí, ya no confiaba en su memoria. 

Su cuerpo se paralizó, se ahogó y su dentadura tembló, sus ojos se desorbitaron al leer una sencilla frase: No te distraigas, ten cuidado. 

De nuevo eso. El asesino. Lo supo. No debió involucrarse tanto, preguntándole a su prima periodista y a agentes de investigación le llamó la atención al psicópata. Vendría por él. Pensó por un momento en irse de la ciudad, su mente trabajó rápido en busca de soluciones.. 

Su cabeza creó mil conspiraciones, estaban detrás de él. Podía sentirlo, observándolo desde la ventana de su habitación. 

Se lanzó a la cama, sus ojos permanecieron abiertos, hinchados y rojos de tantos forzarlos a estar despiertos y entonces volvió a dormir . 


***



Sus manos enguantadas estaban  manchadas de sangre, un grito ahogado rompía el silencio y bruscamente se detuvo, el olor a sudor era perceptible, arrugó la nariz. Le desagradaba la sangre. A través de los guantes sintió algo viscoso, por su experiencia en biología supo lo que sostenían sus manos: Un corazón. Un corazón carente de latidos, muerto. Tomó cuchillo y con saña comenzó a despedazar el corazón, tripas caían por todas partes. Camina por una habitación en penumbras, va quitándose los guantes. Sus zapatos tropiezan con una melena…roja. La acaricia y luego la jala.


-¡NOOOOOO!- Grita desesperado al despertar.

Lejos, todo ha llegado demasiado lejos. La obsesión con los crímenes lo estaba volviendo loco. Las pesadillas eran tan reales…sentía su cuerpo sudar, la sangre y su olor pegarse a su piel. Repugnante, el infierno. Estaba somatizando todo al tener esas pesadillas, debía dejarlo pero una noticia cambiaría todo dándole vuelta a su mundo.

El teléfono sonó a las 10 a.m, ese día era domingo. Era su suegra, Amalia. Desesperada y llorosa habló al teléfono “¿está ella contigo?” era una mujer nerviosa, se la imaginó agarrando un rosario mientras le decía la escalofriante frase: “Belén no ha llegado a la casa, no contesta las llamadas Robert. Ya han pasado más de 12 horas y nada. Ella siempre avisa, siempre, siempre…”- repetía la mujer entre sollozos.

No, no puede ser- me dije. Dejé resbalar el teléfono, que impacto con el suelo sonoro. La encontró, seguro ese maniático…tenía retenida a su novia. Llamó a la policía, contándole la historia sobre todo lo que pasaba. Le dijeron de todo “eso te pasa por sapo, por meterte en cosas que no te incumben”, dijo uno con el acento cantarín de los barrios guayaneses.

Todos los intentos y los medios fueron utilizados, eso lo llevó a una resolución: Él atraparía al asesino. Lo encontraría. 

 Está girando, ve todo de color rojo, va descalzo, le duelen los pies, sus brazos están manchados de sangre, se pasa la mano por la cara y como saliéndose de si mismo ve como su cara se mancha de sangre. Hace un movimiento de cabeza, doblándola de lado como viendo algo. Dirige la mirada hacia una puerta que se encuentra en una esquina al final del pasillo: El sótano. “Allí está la verdad”. “Búscame…búscame” le susurra el viento. Una sombra lo guía.

Se acercó con temor a la puerta, se escuchan fuerte los latidos de su corazón, su camisa blanca está manchada de sangre. Ve fijamente a la puerta. Se introduce en el sótano. El sueño deja de mostrar tonalidad roja, todo se ve claro. Se encuentra en medio del lugar, buscando quien sabe qué…entonces despierta.

***


Habitación en penumbras, papeles arrugados están esparcidos en el suelo, los recortes de los crímenes, cartas sin terminar, casi toda la habitación repleta de papeles, desordenada. La cara de Robert se muestra devastada, barba de días, ojos llorosos y rojos, sucio, andrajoso, labios mordidos, cabellos grasoso son parte de su presentación. Su novia fue declarada muerta, encontrada en las proximidades de casa, un mensaje del asesino para él. Un viejo reloj, era símbolo de su amor. Él se lo había regalado, ese criminal se lo había arrebatado. 


-¿Quién lo diría, eh? Que acabaría por descubrirte y ahora estás aquí y crees que puedes hacerme daño. Ya me has destruido ¿Qué más vas a quitarme? Yo tengo un arma y voy a disparar al más mínimo movimiento- mueve la pistola y hace un gesto desdeñoso con la boca (primer plano).

-Mira como el destino o el karma te han traído a mí ¡MONSTRUO!- Grita, poniéndose rojo y enseñando los dientes, desquiciado- La policía puede que no haga nada pero yo sí lo haré. Te descubrí.

…(Recuerdo)

Él está en el sótano. Huele mal, debía limpiar, hace tiempo que no bajaba, allí solo guardaba algunos libros y adornos viejos. El olor era repulsivo y arrugó la nariz. Un fuerte dolor de cabeza comenzó de repente, cayó de rodillas. Su mirada se fijó en un cajón. Raro, como un cobre, nunca había visto eso, no tenía idea de donde habría salido.

La curiosidad mató al gato. Su cabeza palpitaba, hizo un esfuerzo por levantarse y se aproximó al cajón. Sus manos ya no tenían sangre. Una musiquita empezó a salir del cajón. Era una caja musical y allí…

Abrió los ojos.

…De nuevo en habitación


-Qué fácil fue para ti burlar a los policías, JA JA, ellos ni siquiera hicieron un esfuerzo. Decidiste la venganza, yo ni siquiera sabía de ti, era un pobre novato. Nunca me habría enterado, pero te metiste en mi vida, te metiste con mi novia.

-Te deje una sorpresita, si logras escapar, te agarraran, mande una carta muy extensa detallando todo a las autoridades “El asesino de las pelirrojas”. Parece que estás en muchos problemas. Ya les debe estar llegando.

… (Recuerdo)

Tomó entre sus manos el reloj. Era pequeño, bordeado con decoraciones, no estaba hecho para adornar una mano sino para colgar del cuello, en la parte trasera del objeto un mechón de cabello rojizo estaba pegado con cinta adhesiva. Se abrazó al reloj, eso era de su novia…algo que fue robado de la escena del crimen, busco un poco más en la casa y encontró otra sorpresa. Eran otros 5 relojes de pulsera, con la misma tónica. El mechón atrás y todos detenidos…a las 6am. Recordó muchas de las noticias “posible hora de muerte entre 6 y 7 a.m”.

…De nuevo en habitación

-Lo que miro es un reflejo, porque tú demonio, tú y yo compartimos el mismo destino ¡LA MUERTE!- En ese momento Robert apunta con la pistola a su propio reflejo en el espejo.

-Dicen que el que ríe al último ríe mejor y esta vez, amigo mío el que ríe soy yo. Adiós para siempre, demonio que habitas en mí- mira al frente con un último gesto desdeñoso.

…Epilogo

Nelson junto con las autoridades irrumpieron en la casa. Demasiado tarde Robert Cavell estaba muerto. Sus cesos y su sangre estaban esparcidos por la habitación y manchaban los periódicos y los intentos fallidos de cartas escritas para familiares, amigos y autoridades.

-No puede ser- murmuró gimiendo.

Los autos de prensa y televisión comenzaron a llegar, también habían recibido una enigmática carta, Robert le sirvió la noticia en bandeja así como la resolución de un crimen a la policía. Una noticia que tendría trascendencia internacional sin duda.

Afuera se escucha: “Asesino, te vas a ir al infierno, ASESINO”. Todo era una locura. Los periódicos se vendieron esa semana como pan caliente, todos querían leer “Sucesos”. Por investigaciones llegaron al posible padecimiento de Robert “Trastorno de personalidad” “Doble personalidad”. El detonante de todo, según decía el reportaje de la conocida periodista de sucesos Flor Cortez, era que Belén la novia del maniático se pintó el cabello de rojo, coincidiendo eso con el primer crimen hacia una pelirroja cometido por el asesino. 


C.V.R.W y A. Reyes



Comentarios